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La Pluma Crítica por Edel García

El Oscar Político

viernes, 12 de abril del 2013

 

Opinión por Edel García

 

Los premios a los políticos deberían ser como los premios verdaderos: aquellos que se dan de acuerdo al esfuerzo y con total transparencia de elección. Es muy difícil hablar de justeza cuando el Oscar de los políticos mexicanos tiene tantas acusaciones y galardonados que evidentemente no han hecho lo correcto como para ser premiados.

Hablamos del Premio Tlatoani, un galardón del que muchos ni siquiera conocen a fondo y es entregado por el llamado Instituto Mexicano de Evaluación (IMDE) y la Universidad Pontificia de Salamanca, España. Se entregan luego de realizar estudios de opinión respecto a las acciones de gobierno emprendidas por algunos funcionarios públicos.

El premio se otorga a los mejores gobernadores, senadores, presidentes municipales, diputados, síndicos, regidores, por su contribución al desarrollo del país a través de una buena gestión pública. Pero si de veras tiene criterio el premio cómo es posible que se valgan solo de estados de opinión que no reflejan un conocimiento real de cómo los funcionarios públicos operan sus funciones.

A veces, por no decir que es general que suceda, cada estado tiene hasta 16 alcaldes premiados, sin contar con toda la comitiva de los respectivos ayuntamientos. Es un premio que casi todo el mundo obtiene, lo cual hace poco entendible qué es lo que miden. Traigo esto a colación porque es noticia que el regidor que no deja su sombrero Otoniel Barragan ha sido incluido en la lista de premiados en este 2013.

La repercusión de algunos de sus colegas regidores ha sido muy frívola de manera general. Haciendo mofa de su merecimiento lo han tachado de broma o ironía como la edil priista Jessica Guerra Yerena. Oscar Dávalos Bernal tajante dijo que no era digno del premio entre risas. ¿Qué podemos pensar de esto?

Bueno, en realidad este premio no es muy serio pues tiene mucha orientación de lucro al pedir dinero a los premiados aunque de manera “justificada”. Muchos inclusive ni saben bien por qué lo ganaron sabiendo que su estado o municipio es inseguro, tiene problemas serios de desempleo, está endeudado, etc.

En algunos de los premiados hay muchos rumores que aseguran que lo compraron como medio para limpiar su imagen y demás. Hay más cosas negativas que positivas en este “Oscar Tlatoánico”. Es incluso tachado de engaño pues por medio de un email agarran a políticos y les informan que en base a las investigaciones realizadas por una comisión se analizó su contribución al desarrollo político.

Luego, este premio supuestamente es avalado por el Instituto Mexicano de Evaluación y la Universidad Pontificia de Salamanca, España; sin embargo, Ángel Losada, director de Relaciones Internacionales de dicha Universidad, mediante un escrito electrónico enviado a una asociación civil veracruzana que solicitó información sobre el reconocimiento, se deslindó y aseguró que esta institución educativa no participa ni respalda el premio Tlatoani.

Aún así, desde mi punto de vista considero que es un mérito que miren a Puerto Vallarta. Ningún político local es santo, ni transparente, ni tan buen funcionario como se presenta.

Lo malo es aprovecharse del momento para echarle imputaciones a Otoniel, como es el caso de Oscar Dávalos, quien lo acusa de vender licor en semana Santa junto al padre de la regidora Doris Ponce. Lo sabía y tampoco dijo nada, luego es fácil acusar a los demás si al final se tapan unos a otros.

Mejor hay que tomar la iniciativa del regidor Javier Pelayo de Movimiento Ciudadano, quien solo dijo que era bueno para el premiado y para el Ayuntamiento. Alegando a su vez que ellos no tenían por qué juzgar a otras personas.

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