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Zona Chica por Hugo Lynn Almada

Los Mochivales

jueves, 15 de noviembre del 2012

 

 

Por Hugo Lynn Almada

 

En las campañas políticas ya no hay ni una pizca de honestidad. Pasa que ya no es posible, al menos con el marco jurídico que las regula en este momento.

En las pasadas elecciones, a nivel federal, vimos como se repartieron cientos o miles de tarjetas con dinero en distintas modalidades: algunas fueron telefónicas con dinero en tiempo aire; otras fueron las famosas de Soriana con dinero electrónico para canjear por productos y otras más, con dinero electrónico para comprar prácticamente lo que fuera, las tarjetas de Monex.

Al no existir en la legislación prácticamente nada que contemple este tipo de “publicidad”, propaganda o premios, la autoridad electoral se vio literalmente imposibilitada a actuar. Hoy, debe modificarse la Ley para que se contemplen este tipo de dádivas que, presumiblemente, sirven para comprar el voto.

En el caso de Vallarta pasó algo parecido, pero con un detalle de riesgo: los Mochivales. La legislación, en este caso, sí contempla este tipo de instrumentos que comprometen el erario público a futuro. Esto está contemplado pues, indirectamente, es una manera de gastarse el recurso público en una campaña política.

Por eso hoy Ramón Guerrero y el ayuntamiento en pleno se encargan de negar los vales de cemento y lámina constructiva. Lo niegan porque en cuanto lo acepten estarán reconociendo un delito que exigiría el desafuero de Guerrero Martínez, su juicio y encarcelamiento, y por supuesto la disolución del Cabildo. De ese tamaño.

En ese escenario, y desde la óptica del alcalde, echar la bolita “a quien sea” es esencial. Es más fácil enfrentar cien demandas por difamación que una por un delito electoral de esa magnitud.

El equipo de campaña de Guerrero Martínez se equivocó en esa estrategia. Le faltó asesoría legal, visión y colmillo. La errata sin embargo funcionó, pues, con ello compraron una cantidad de votos incalculable. Quizás esa fechoría les dio el triunfo electoral.

Por eso le decía que en las campañas políticas ya no existe la honestidad. Se tiene que ser un político con muy pocas ganas de triunfo para aventurarse a realizar una campaña sin repartir dinero entre periodistas, proveedores y electores. Se acabaron las campañas en las que una playera y la convicción eran suficientes. Hoy, los más abusados pedirán tarjeta de débito, sala, refrigerador y material para construcción. Y en tanto no haya una Ley clara, habrá el candidato que se aviente la puntada de repartir eso, y más.

MANCHÓN PENAL

Varias fotos circulan en internet en las que se ve Beto Arévalo o al mismo Mochilas repartiendo los dichosos vales. Y todavía se hacen como que la Virgen les habla…

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